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domingo, 25 de abril de 2010

PUDO SER UN MAL SUEÑO


 Pensamos que ya no puede sucedernos nada más dramático que todas aquellas experiencias acontecidas a lo largo de nuestra vida. Pero no, de nuevo una sorpresa espera apostada en el armario,  vuelve para golpearnos, para recordarnos que la vida es intensa y que la apuesta es constante y desigual. Que el sol se esconde entre negras nubes y nos deja indefensos y asolados, somos  los que debemos tirar adelante y tomar decisiones como adultos, ya no están los padres para protegernos y adquirir esa responsabilidad por nosotros.
Todo sucedió muy rápido, la analítica y el preoperatorio, incluida la operación, en una semana estaba en marcha.


Se trataba de una mastectomía, todo el equipo del comité médico  estaba de acuerdo en que era lo más conveniente. La nueva técnica  con expansor para aprovechar la propia piel. Me animaron a dar el paso para una mayor calidad de vida en cuanto a salud física y psicológica se refiere , recomponer la mama, que por  culpa de un seroma drenado, había quedado una retracción  importante en el seno.  La solución a medio plazo sería la  cirugia plástica con implantes de silicona, una vez el expansor hubiera hecho la función de estirar la piel. Lo que me ofrecián, lo hacían desde la experiencia y la seguridad de conocer plenamente el campo en cuestión. No tenían muy claro si debajo del lecho mamario aún quedaba algún residuo cancerígeno y no podían exponerse a dejar ningún cabo suelto, en lo que sí coincidían, era en volver a "limpiar" el tejido que había sido afectado por el tratamiento de radioterapia a la que fui sometida un año atrás, ya que una resonancia magnética ponía en evidencia motivos más que suficientes para practicar la mastectomía.
Entre la operación y la reanimación pasaron cinco horas, de las que lógicamente, no fui consciente del tiempo ni nada que sucediera a mi alrededor, que por otro lado, entraba dentro de lo normal.
Los resultados fueron de lo más positivos, ya que no se encontró resto alguno de tumor.
  
Habían pasado 48 horas desde la intervención y recibí un revés en la evolución post-operatoria. Cada vez era más difícil, expresarme verbalmente,  como si no pudiera controlar mi propia boca y actuara de forma independiente al resto de mis órganos, se movía de manera involuntaria, como si nada tuviera que ver con la sincronización de mi cuerpo, de mi mente; mis labios los sentías enormes y la lengua no había forma de que me obedeciera. Llegó un punto que no se entendía nada de lo que hablaba, la situación empeoraba por momentos... 

Fue entonces cuando el engranaje hospitalario se puso en marcha, actuando de manera rápida y profesional. Se temió lo peor y allí estaba, me habían diagnosticado un infarto cerebral por la sintomatología que presentaba en aquellos momentos . Empezó una imparable cadena de pruebas de todo tipo, tac, resonancias, ecografías, etc. con los más sofisticados aparatos de última tecnología e infinidad de analísis, en que no se veía indicios de manchas ni coagulos en el cerebro, a pesar de ello, fueron contundentes y pensaron que debían someterme a un severo tratamiento anticuagulante para erradicar el fantasma que se cernía en torno a mí. Me alertaron de las graves consecuencias que podía suponer en mi reciente operación, por la aparición de hematomas y retrasar todo el proceso, pero aún con estas perspectivas decidieron que era lo más importante en aquellos momentos.
Una vez conocidos todos los resultados, se cercioraron de que no había evidencia de infarto y me retiraron la bomba de heparina, después de 24 horas, sometida al tratamiento que hacía que mi sangre no se coagulara.
Después de un estudio minucioso no se ha llegado a ninguna conclusión, ¿se puede decir que es una de las lagunas que tiene la ciencia, en este caso la medicina?
Manifiesto mi más sincera gratitud a todo el hospital,  doctores, (equipo de cirujanos, medicina interna) enfermeras, auxiliares y personal no sanitario, se involucraron conmigo de forma constante,  siempre pendiente de que no me faltara nada. La mejor medicina en ocasiones se trata de una sonrisa y se prodigaron de forma fehaciente y sincera. Gracias especiales a mi ángel de la noche, (Mª Jesús) cuya empatía fue evidente desde la primera vez que entró en la habitación para tomar mis constantes y al día de hoy la considero una amiga.
Muchas gracias a  mis hijas, a Miguel, que estuvieron siempre a mi lado, turnándose para velar por mí, dadas las prohibiciones de visitas y llamadas. Katia, mi hija mayor, informó a la familia más cercana y a la de fuera,  que en todo momento mostraron su preocupación. Gracias a mis viej@s y nuev@s amig@s que me han enviado las mejores de las energías y  que ha hecho posible que mi estado anímico no bajara ni un solo segundo y de las que me sigo nutriendo.
A montse por el cariño que me ha ido transmitiendo desde hace tiempo, ha sido como encontrar un alma gemela.
Gracias a todos desde el corazón!

Texto y fotos: Luz