Detalles y personas del mundo...

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viernes, 23 de octubre de 2009

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Hay momentos como éste en que doy gracias por existir, por pertenecer a nuestra especie, sólo por tener la capacidad de sentir y poseer la sensibilidad de valorar las cosas Bellas que nos descubre la vida, día a día. Hace un año aproximadamente, me diagnosticaron un cáncer de mama.
En el momento en que el doctor me espetó que tenía un tumor de 3 mm en uno de mis senos, el mundo se abrió bajo mis píes y una enorme y negra carga emocional, embargó mi ser. Como todos, pensaba, que eso no podía ocurrirme a mí, es algo que les pasa a otros, pensé. Al salir de la consulta me sentí abatida y mi hija, que en todo momento estuvo a mi lado, me transmitió las fuerzas suficientes para subir al coche, de vuelta a casa.

Poco después me intervinieron quirúrgicamente, extrayendo el diminuto tumor y conservando la mama. La operación fue bastante exitosa y al día siguiente, me dieron el alta.
Pasados dos meses desde la intervención, comencé un tratamiento con radioterapia y estuve asistiendo diariamente al hospital para recibir las sesiones, que afronté, con buen estado, anímico y físico, hecho que me ayudó mucho a superar todo el proceso.
Soy una persona emotiva y sensible (aunque dicen que muy fuerte) y siempre digo que los problemas que acontecen en nuestra existencia tienen que ver de manera notable en el estado de salud, somos como "esponjitas" que absorbemos y somatizamos cada preocupación, cada pena que empaña los sentimientos del alma, ahí, nos deja su huella. DOY GRACIAS A LA VIDA POR CONCEDERME UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD! Soy consciente del valor de mis palabras y manifiesto mi agradecimiento a todas y cada una de las personas que han estado y están conmigo: mi querida familia, amigos, aquellos que han confiado en mis terapias, conocidos y también del sector ciber, por las muestras de cariño y apoyo que me han dispensado cuando más lo he necesitado, ahí han estado todos!
Gracias especialmente a todo el sector médico-sanitario: cirugía, radioterapia, radiología, oncología, enfermería, psico-oncología, ambulatorio, etc. por su profesionalidad a la hora de ejercer su trabajo y sensibilidad para mostrar su lado humano y hacerme sentir "persona".
Por el entorno maravilloso en que está ubicada mi casa; por el mar, ese gran aliado de mis tardes fotográficas, por el fresco aíre y el limpio color azul de "mi cielo". Por las playas que en invierno muestran la desnudez de su arena blanca. Por la bondad del verde de los árboles que arropa con su oxigeno los montes (Els Munts) de mi pueblo.
Tengo razones más que suficientes para creer que merece la pena seguir luchando y valoro como precioso regalo, la posibilidad de contemplar y sentir que estoy viva.

Me siento afortunada!
(Un nuevo reto, el día 27)

Textos: Luz
Fotografías: Foto y Luz

jueves, 15 de octubre de 2009

LA SONRISA PRISIONERA TRAS EL BURKA


En occidente pensamos que tras la derrota del régimen Talibán, las mujeres, podrían por fin ser liberadas del Burka y normalizar su vida socialmente. Pero muy lejos de pasar ésto se siguió con la política fundamentalista, la Alianza del Norte, tan brutales y sectareos como el mismo régimen talibán.
Las mujeres en este país continuan viviendo sin derechos, son constantemente sometidas a arrestos, violaciones y asesinatos impunes, sin que nadie haga nada para remediarlo. La mayoría de matrimonios son "arreglados" forzando la voluntad de la mujer a convivir con un hombre que no ama, en muchos casos se ve inmersa en situaciones desesparadas, que les conducen al suicio, una forma de escapar a la realidad de sus vidas.
A las mujeres afganas, les está vetado el derecho a estudiar y trabajar. Siempre tienen que salir a la calle acompañadas, sin que sus pasos puedan ser escuchados. Otra de sus muchas prohibiciones es usar tacones altos. Sin embargo están obligadas a llevar el burka, una especie de prisión portatil de tela que les esconde del mundo y supone serios problemas para la salud.
Se ven sometidas constantemente a azotes e insultos en público si no usan el burka o si accidentalmente sus píes quedan al descubierto. También se les prohibe usar maquillajes y cosmeticos, se les cortan los dedos si osan pintarse las uñas. No pueden reir en voz alta y mucho menos hablar con hombres.


ADEMÁS TIENEN PROHIBIDO:

*Asistir a actos públicos

*Practicar deportes

*Subir en taxi si no van acompañadas

*Ir en bicicleta

*Lavar ropa en ríos o lugares habitualmente frecuentados

*Utilizar lavabos públicos

*Asomarse a los balcones o ventanas de su propia casa

*Los colores alegres en sus vestidos

*Hacerse fotos

*Escuchar música o ver la televisión

Me hago una pregunta y formulo la misma al resto de la sociedad:
No se puede parar ésto? No hay leyes que amparen los derechos fundamentales de las personas en cualquier lugar del mundo, en este caso, la mujer afgana? Cómo se puede terminar con el abuso de los derechos de las mujeres? En definitiva los derechos inalienables del hombre.

Rawa: Es una Organización Socio/Política de Mujeres Afganas que lucha clandestinamente por conseguir la paz, la libertad y los derechos fundamentales.

Textos: Luz
Fotografía: Tomadas de la Web

lunes, 12 de octubre de 2009

VISTAS DE UNA TARDE (para mis amigos de Masía Pastoret)

Si pudiera estar en tu luz...

Como te ven mis ojos

¿Qué nos hace diferentes?
Testigo inmutable del trabajo y del
tiempo
El halo que todo lo transforma

¡Yo soy el guardián!
Fotografía y textos: Foto y Luz

viernes, 2 de octubre de 2009

NOSOTROS SOMOS UNA PARTE DE LA TIERRA (Mensaje del Gran Jefe Seatle al Presidente de los Estados Unidos de América en 1855)

EL DISCURSO

El Gran Jefe de Washington nos envió un mensaje diciendo que deseaba comprar nuestra Tierra. El Gran Jefe también nos envió palabras de amistad y de buena voluntad. Es una señal por su parte, pues sabemos que no necesita nuestra amistad.

Pero vamos a considerar su oferta, porque sabemos que si no la vendemos quizá el hombre blanco venga con sus armas y se apodere de nuestra Tierra. ¿Quién puede comprar o vender el Cielo o el calor de la Tierra?

No podemos imaginar esto si nosotros no somos dueños del frescor del aíre ni del brillo del agua. ¿Cómo podría comprárnosla? Tratemos de tomar una decisión.
Según lo que el Gran Jefe Seatle diga, el Gran Jefe en Washington puede dejarlo, del mismo modo que nuestro hermano blanco en el transcurso de las estaciones puede dejarlo.

Mis palabras son como las estrellas, nunca se extinguen.

Cada parte de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante aguja de abeto, cada playa de arena, cada niebla en el oscuro bosque, cada claro del bosque, cada insecto que zumba es sagrado para pensar y sentir de mi pueblo. La savia que sube por los árboles, trae el recuerdo del Piel Roja.
Los muertos de los blancos olvidan la Tierra en que nacieron, cuando desaparecen para vagar por la estrellas. Nuestros muertos no olvidan esta maravillosa Tierra, pues es la madre del Piel Roja. Nosotros somos una parte de la Tierra, y ella es una parte de nosotros.

Las olorosas flores son nuestras hermanas, el ciervo, el caballo, la gran águila, son nuestros hermanos. Las rocosas alturas, las suaves praderas, el cuerpo ardoroso del potro y del hombre, todos pertenecen a la misma familia.

Por eso cuando el Gran Jefe de Washington, nos envió el recado de que quería comprar nuestra Tierra, exigía demasiado de nosotros.

El Gran Jefe nos comunicaba que quería darnos un lugar, donde pudiéramos vivir cómodamente. Él sería nuestro padre, y nosotros seríamos sus hijos. Pero, ¿será posible esto alguna vez?
Dios ama a vuestro pueblo y ha abandonado a sus hijos rojos.
Él ha enviado máquinas para ayudar al hombre blanco en su trabajo, y construye para él grandes pueblos. Él hace que vuestra gente cada vez sea más poderosa, día tras día. Pronto invadiréis la Tierra, como ríos que se desbordan desde las gargantas montañosas, por una inesperada lluvia.
Mi pueblo es como una corriente desbordada, pero sin retorno.
No, nosotros somos de razas diferentes, nuestros hijos no juegan juntos y nuestros ancianos no cuentan las mismas historias.
Dios os es favorable, y nosotros estamos como huérfanos.
Meditaremos sobre vuestra oferta de comprarnos la Tierra es sagrada para nosotros. Nos sentimos alegres en este bosque. No sé por qué, pero nuestra forma de vivir es diferente de la vuestra.

El agua cristalina, que brilla en arroyos y ríos, no es sólo agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos nuestra Tierra, habéis de saber que es sagrada, y que todos los pasajeros reflejos en las claras aguas son los acontecimientos y tradiciones que refiere mi pueblo.
El murmullo del agua es la voz de mis antepasados. Los ríos son nuestros hermanos, ellos apagan nuestra sed. Los ríos llevan canoas y alimentan a nuestros hijos.


Si vendiésemos nuestra tierra tenéis que acordaros, y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos -y los vuestros-, y que tendréis desde ahora que dar vuestros bienes a los ríos, así como a otros de vuestros hermanos.
El Piel Roja siempre se ha apartado del exigente hombre blanco, igual que la niebla matinal en los montes cede ante el sol naciente. Pero las cenizas de nuestros antepasados, sus tumbas, son tierra santa, y por eso estas colinas, estos árboles, esta parte de la Tierra, nos es sagrada.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de pensar. Para él una parte de la Tierra es igual a otra, pues él es un extraño que llega de noche y se apodera en la Tierra de lo que necesita. La Tierra no es su hermana, sino su enemiga, y cuando la ha conquistado cabalga de nuevo.

Abandona la tumba de sus antepasados y no le importa.

Él roba la Tierra de sus hijos, y no le importa nada.

Él olvida las tumbas de sus padres y los derechos de nacimiento de sus hijos. Trata a su madre la Tierra y a su hermano el Cielo, como cosas que se pueden comprar y arrebatar y que se pueden vender como ovejas o perlas brillantes.

Hambriento, se tragará la tierra y no dejará nada, sólo un desierto.
No sé pero nuestra forma de ser, es diferente a la vuestra.
No hay silencio alguno en las ciudades de los blancos, no hay ningún lugar donde se pueda oír crecer las hojas en primavera y el zumbido de los insectos.
Pero quizá es porque yo sólo soy un salvaje y no entiendo nada.
El indio puede sentir el suave susurro del viento, que sopla sobre la superficie del lago y el soplo del viento limpio por la lluvia matinal o cargado de la fragancia de los pinos.
El aíre es de gran valor para el Piel Roja, pues todas las cosas participan del mismo aliento: el animal, el árbol el hombre, todos participan del mismo aliento.


Pero si os vendemos nuestra Tierra no olvidéis que tenemos el aíre en gran valor; que el aíre comparte su espíritu con la vida entera. El viento dio a nuestros padres el primer aliento y recibe el último hálito.
Y si os vendiéramos nuestra Tierra, tendríais que cuidarla como un tesoro como un lugar donde también el hombre blanco sepa que el viento sopla suavemente sobre las flores de la pradera.

Yo soy un salvaje y no puedo comprender cómo el caballo de hierro que echa humo, es más poderoso que el bufalo, al que sólo matamos para conservar la vida.

¿Qué es el hombre sin animales? Si todos los animales desapareciesen el hombre también moriría por la gran soledad de su espíritu.

Tenéis que enseñar a vuestros hijos que el suelo que está bajo sus píes tiene las cenizas de nuestros antepasados. Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros enseñamos a los nuestros: que la Tierra es nuestra Madre.

Nuestros muertos siguen viviendo en los dulces ríos de la Tierra y regresan de nuevo con el suave paso de la Primavera y su alma va con el viento que sopla rizando la superficie del lago.

Pero mi pueblo pregunta: ¿Qué es lo que quiere el hombre blanco? ¿Cómo se puede comprar el Cielo o el calor de la Tierra o la velocidad del antílope? ¿Es que acaso podéis comprar los búfalos cuando ya habéis matado al último?

Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestra Tierra. El día y la noche no pueden vivir juntos.Consideraremos vuestra oferta de que vayamos a una reserva. Queremos vivir aparte y en paz. No importa donde pasemos el resto de nuestros días. Nuestros guerreros estarán avergonzados.

Los hombres aparecen y desaparecen como las olas del mar.

Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios camina a su lado y habla con él como el amigo puede librarse del común destino. Quizá seamos hermanos. Esperamos verlo.

Continuad contaminando vuestro lecho y una noche moriréis en vuestra propia caída. Pero al desaparecer brillaréis por el fuego del poderoso Dios que os trajo a esta Tierra y que os destinó a dominar al Piel Roja

Pero nosotros somos salvajes, los sueños del hombre blanco nos están ocultos, nosotros vamos a seguir nuestro propio camino.

Cuando el último Piel Roja de esta Tierra desaparezca y su recuerdo sea solamente la sombra de una nube sobre la pradera todavía estará vivo el espíritu de mis antepasados en estas orillas y estos bosques.

Pues ellos amaban esta Tierra, como ama el recien nacido el latido del corazón de su madre.

Si os llegáramos a vender nuestra Tierra, amadla, como nosotros la hemos amado. Cuidad de ella, como nosotros la cuidamos y conservad el recuerdo de esta Tierra tal como os la entregamos. Y con todas vuestras fuerzas vuestro espíritu y vuestro corazón conservadla para vuestros hijos y amadla, tal como Dios nos ama a todos. Pues hay algo que sabemos, que Dios es el mismo Dios. Esta Tierra es sagrada para Él. Ni siquiera el hombre blanco se puede librar del destino común.

Quizá somos hermanos.

Esperamos verlo.


El estado de Washington al Noroeste de los Estado Unidos fue la patria de los Duwamish, un pueblo que -como todos los indios- se consideraba una parte de la Naturaleza, la respetaba y la veneraba, y desde generaciones vivía con ella en armonía.


En el año 1855 el decimocuarto Presidente de los Estados Unidos, el demócrata Franlin Pierce, les propuso a los DuWamish que vendiesen sus tierras a los colonos blancos y que ellos se fuesen de la reserva.

Los indios no entendieron ésto. ¿Cómo se podía comprar y vender la Tierra?

A su parecer el hombre no puede poseer la Tierra, así como tampoco puede ser dueño del Cielo, del frescor del aíre, del brillo del agua.

El Jefe Seatle, el Gran Jefe de los Duwamish, dio la respuesta, a petición del Gran Jefe de los blancos, con un discurso cuya sabiduría, crítica y prudente esperanza, incluso hoy, 150 años más tarde, nos asombra y admira.

"Mis palabras son como las estrellas, nunca se extinguen", dijo el Gran Jefe Seatle.

Su pueblo no ha sobrevivido, sus palabras no se escucharon. ¿Escucharemos ahora? ¿Sobreviviremos?





Declaración contenida en el libro: "Nosotros somos una parte de la Tierra". (Editorial Hesperus)


Ilustraciones y fotografías extraídas de la web